Mi bebé regurgita, ¿es grave?
No te asustes, descubre cuál podría ser la causa y cómo puedes solucionarlo.
En su gran mayoría, las regurgitaciones son casos benignos. Por lo tanto, no hay por qué preocuparse. Generalmente esto se mejora o elimina una vez que tu bebé puede sentarse o pararse y comienza su alimentación de sólidos. Sé paciente, pero siempre está atenta ya que si algo empeora, debes acudir al pediatra.
Mientras tanto, te damos algunas medidas eficaces:
¿Cómo diferenciar la regurgitación del reflujo?
- La regurgitación es el regreso de leche después de alimentarse, es decir un ascenso de lo que está en su estomaguito hacia el esófago. Esto no tiene consecuencias para su crecimiento y es indoloro para tu bebé; se da cuando comió demasiado y la válvula o compuerta que ayuda a contener lo que llega al estómago aún se encuentra inmadura y por tanto no puede cerrarse bien.
- Si tu bebé vomita leche proyectándola, en cualquier momento del día o de la noche, se trata de un padecimiento conocido como reflujo gastroesofágico y se relaciona con una irritación de su estómago cuando hay mucho ácido o bien con una posible alergia a las proteínas de la leche de vaca. Consulta rápidamente a un profesional de la salud o a tu pediatra.
¿Qué hacer en la práctica?
Si tu bebé regurgita con frecuencia.
- Siempre consulta con tu pediatra, él te indicará el tratamiento más adecuado para tu bebé.
- No olvides sacarle el aire a tu bebé una vez que haya terminado de comer. Además, es bueno acostarlo con la cabeza ligeramente alzada, colocando una toalla doblada por debajo del colchón. En ocasiones el pañal podría estar muy apretado y comprimir el abdomen del bebé.
Sin duda, tu amor y cuidados, así como la asistencia del pediatra harán que tu bebé supere estas molestias.
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